domingo, 1 de junio de 2014

Memorias de Los Pinos VI: El Fraude de Chihuahua 1986

Unos meses después, leí en el periódico, de la elección como candidato a gobernador de Chihuahua por el PAN de Francisco Barrio, entusiasmado por la decisión y lo que en mi opinión eso significaba en lucha por derrotar el PRI, sin pensarlo mucho (más bien nada), empaqué la poca ropa que tenía y me fui en un camión a Chihuahua, sabiendo que tenía otro (de mis 12) hermanos viviendo allá, pensaba pedir asilo en su casa (que generosamente me ofreció) y participar en la batalla electoral.

Cuando llegué a Chihuahua después de muchas horas de camión, el clima todavía no estaba tan caluroso, pero ya se presentía lo que venía. En ese momento, el PAN protestaba por los anuncios tácitos y explícitos que hacían el PRI y el gobierno estatal del fraude electoral, el PAN no ganaría de ninguna manera. En primer lugar, el año anterior (1985) el Presidente de la República (respetando profundamente el federalismo) había removido al gobernador Oscar Ornelas ya que este había reconocido los triunfos del PAN en las elecciones anteriores y no querían que eso volviera a suceder. 

En segundo lugar, el nuevo gobernador Saúl González Herrera, había promovido una reforma a la ley electoral del estado (contenida en un código Administrativo) que ponía en manos del PRI-gobierno el control del proceso electoral. La reforma aprobada por la mayoría oficial en el Congreso local, le daba el control al PRI de todo el proceso electoral, desde la comisión electoral del estado, pasando por los órganos electorales distritales y municipales, hasta las mesas de casilla, restringía la supervisión del proceso por parte de los partidos y abría la puerta a la falsificación de los resultados electorales.

Oscar Ornelas

Saúl González


Mi hermano (el de Chihuahua), tenía entonces una agencia de publicidad y comunicación en la capital de estado, un día, se presentó uno de los dirigentes de la campaña de Barrio, no recuerdo el nombre, pero trabaja en una empresa de jugos, donde se llevaban a cabo algunas reuniones de estrategia del PAN estatal y contrató a la empresa de mi hermano para hacer unos desplegados en los periódicos, que a través de caricaturas explicaran como las reformas electorales hacían profundamente inequitativo el proceso y anunciaban el fraude electoral que se cometería en el verano. La agencia, tenía un caricaturista muy bueno y en sus caricaturas se explicaba a la perfección lo que se venía, el PAN se opuso como pudo pero no hubo poder humano que mejorara esa legislación autoritaria.

El PAN estatal, ha diferencia de mi comité en el DF, se veía muy bien organizado, había dos oficinas, una enfrente de la otra, la primera era el Comité Estatal del PAN y la de enfrente era la casa de campaña, el asedio del gobierno federal a través de los clásicos agentes de Gobernación, del gobierno estatal y obviamente del PRI, obligaba a los miembros de campaña a actuar con mucha discreción (todo mundo se sentía espiado) y el acceso a la campaña del PAN era muy restringido. Como era natural, para mí, me presenté en el comité de campaña con el ofrecimiento de ayudar a la derrota del PRI, me recibió algún miembro menor de la campaña, yo quería participar en la estrategia, organizar brigadas o emitir documentos, sin embargo, esta persona me vio (y en parte creo que por mi apariencia medio desaliñada, no tenía dinero para comprarme ropa y tenía unos pantalones de mezclilla que ya se paraban solos)  y en parte porque era chilango (en esa época, había un sentimiento anti-chilango en Chihuahua, en parte porque había emigrado muchos paisanos míos a este estado después del terremoto de 1985. 

De vez en cuando se veían pintas en las calles que rezaban “haz patria, mata un chilango”, me dijo que estaba difícil participar en algo más que no fuera, repartiendo y pegando propaganda, participando en los mitines y ayudando en la defensa del voto, así el acceso para involucrarme más intensamente en la campaña estaba vedado. Sin embargo, repartí bastantes volantes, pegué muchas calcomanías en los coches y a toda la gente que conocía le recetaba oralmente toda mi propaganda proselitista, (más de uno ya me alucinaba), participé en los mítines y en la defensa del voto, vigilando casillas como observador y además serví de chofer para llevar en una “troca” que tenía mi hermano a toda la gente que quisiera ir a los mítines del PAN, ya que el gobierno del estado suspendía el transporte público esos días, para evitar que la gente asistiera en apoyo de Barrio, aún así siempre llenaba la Plaza de Armas.

La campaña fue muy interesante, Francisco Barrio era una magnifico candidato, su personalidad era muy carismática y su discurso contra el autoritarismo priísta era muy bien recibido, hablaba de cambio y la gente quería cambio, se oponía al centralismo priísta y la gente hacía lo mismo, incluso los periódicos (casi siempre oficialistas) no podían evitar la magia de Barrio. En las calles de Chihuahua, durante los altos en los semáforos, mucha gente tocaba de una forma especial el claxon, que significaba Barrio Si, Baeza No. Había un ambiente muy intenso, muy alegre, la gente se sentía unida en algo (ni siquiera en el 2000, tuve esa sensación de fraternidad entre la gente) y Barrio representaba ese catalizador de la esperanza del cambio.

Por su parte, el candidato del PRI, Fernando Baeza, era todo lo contrario, sin ningún carisma, con un tono de voz bastante chilango y muy gris, los mítines del PRI estaban llenos de acarreados y no despertaban el entusiasmo de nadie, daba la impresión de que los que apoyaban a Baeza eran gente que trabajaba en el gobierno o que tenían negocios con éste y temían perder sus empleos o contratos si se sabía que apoyaban al PAN, más de uno en privado lo hacía, pero en público se mantenían al margen. A nivel nacional, Jacobo Zabludovsky y en general televisa, inventaban calumnias increíbles sobre Barrio y no había una sola noticia que dijeran (si es que decían) que no llevara una mentira o una forma manipulada de decir las cosas.


La campaña fue muy intensa, me sentía (aunque fuera un poco marginal mi participación) como parte de un cambio social histórico, el PRI no tenía ninguna oportunidad de ganar y pese a todas las calumnias, la mayor parte de la gente rica, mediana y pobre, incluso los tarahumaras, tenían ya un freno mental contra las mentiras del PRI, ya no sabían como atacar a Barrio, lo acusaban de fascista, de que quería unir Chihuahua a Estados Unidos, de que lo apoyaba la CIA, etcétera, sin embargo, nadie les creía, la popularidad de Barrio crecía y el fenómeno de movimiento social, de un objetivo común a muchos Chihuahuenses crecía cada día. Sin embargo, los más realistas, contrastaban mi entusiasmo y me decían “el gobierno federal, nunca va a permitir que gane el PAN, les puede provocar un efecto dominó que haría caer al sistema”.

Mientras avanzaba la campaña, los medios de comunicación nacionales y de Estados Unidos, principalmente, tomaban más interés en el proceso electoral, en sus notas y reportajes se destacaba la fuerza del PAN y se apostaba por su triunfo, incluso se comparaba el asunto de Chihuahua con la caída del dictador filipino Ferdinando Marcos, que había ocurrido apenas unos meses atrás, después de un proceso electoral fraudulento.

Un noche, ya muy avanzada la campaña, se empezó a correr el rumor de que Barrio había muerto cuando el avión en el que viajaba se había desplomado, el rumor fue creciendo y de pronto muchos creímos (predispuestos como estábamos a que el PRI haría cualquier cosa por no perder) que era verdad. Me sentí completamente indignado, me acuerdo haber pensado (aunque fuera por un momento) que de ser cierto que Barrio había muerto, estaba cancelado el camino de las urnas y era la hora de tomar el camino de las armas. Sin embargo, más tarde, supimos que efectivamente, el avión de Barrio había tenido un accidente, él había salido ileso y al parecer no había sido un atentado del PRI. Todos sentimos un gran alivio aunque, la sospecha de atentado perduró en la mente de muchas personas, por más tiempo.

El PRI, más que hacer campaña, preparaba el fraude, se hacían acusaciones y se oían rumores por todas partes, en el sentido de que se estaban falsificando boletas electorales, se estaban “rasurando” del padrón electoral, todos los nombres de las personas identificadas con el PAN, se hablaba de un operativo para llevar gente a votar por el PRI de otros estados o de la zona rural y un gran etcétera. Finalmente, llegó el día del cierre de campaña se había convocado en la Plaza de Armas y estaba llena hasta reventar, nunca había visto un mitin tan grande y tan numeroso. La gente muy entusiasmada festejaba todo lo que Barrio y los otros líderes del PAN decían, entre ellos, yo mismo. En el mitin se habló de la posibilidad del fraude y se dijo que había que evitarlo, yendo a votar, cuidando las casillas y vigilando el voto, sin embargo, ya se sabía – aunque quizás no en toda su dimensión – que el fraude estaba preparado.

El día de las elecciones – no podía votar, porque no estaba inscrito en el padrón de Chihuahua – empezaron a saberse todas las formas de fraude, en primer lugar expulsaron a los representantes del PAN de las casillas, en algunos casos instalaron las casillas en lugares distintos de donde se habían anunciado, en otras las casillas estaban en casas de reconocidos priístas. Cuando llegó a votar la gente, las urnas estaban llenas de votos por el PRI y muchísimos ciudadanos habían sido eliminados del padrón, por lo que no pudieron votar. En las colonias populares una organización que se llamaba el Comité de Defensa Popular (CDP) dirigido por un líder llamado Rubén Aguilar, instrumentó el fraude en esas zonas, llevando gente a votar, expulsando representantes de casilla del PAN, rellenando urnas y un largo etcétera.

Para el medio día, todos sabíamos que había habido fraude, sin embargo, en algunas casillas la votación transcurría con cierta normalidad, aunque en pleno calor de verano chihuahuense, las colas eran muy grandes y muy lento el proceso de votar. Lo único que pude hacer es andar en coche con mi hermano viendo que pasaba en las casillas y escuchando los testimonios impotentes y llenos de ira de mucha gente. Como a las seis de la tarde, me fui a la casa de campaña de Barrio (que estaba casi enfrente del comité estatal) muy cerca del Parque Lerdo que luego sería el centro de la protesta contra el fraude. Obviamente no me dejaron entrar, pero afuera, en la calle, se empezó a juntar mucha gente como yo que quería saber que había pasado, como iban los resultados o en que podíamos ayudar. Las historias de fraude se multiplicaban, mientras los representantes de casilla del PAN (los que no habían expulsado) llegaban con sus copias de actas de escrutinio en las que, en casi todas, ganaba el PAN. La gente les preguntaba por el resultado y la cada vez mas grande multitud que estábamos ahí vitoreaba cada casilla que se ganaba y a los heroicos ciudadanos que habían aguantado todo tipo de presiones y se habían mantenido hasta el final en la casilla.

De pronto, salió alguien de la casa de campaña y pidió que se formaran brigadas para proteger casillas, donde apenas se estaban contando los votos y había sospechas de que el PRI quería hacer fraude. Inmediatamente me uní a una, iríamos a una casilla en la calles de Deza y Ulloa donde los representantes de PRI y funcionarios de casilla querían tachar por el PRI los votos que habían sobrado con la oposición de la representante del PAN. Llegamos todos a la casilla y después de enterarnos que estaba pasando, empezamos a reclamar que el conteo se hiciera adecuadamente y que las boletas sobrantes se cancelaran. Sin embargo, los del PRI no cedían, nosotros estábamos afuera y el conteo se hacía a puerta cerrada en esa casa, sin embargo, se podía ver lo que sucedía porque sólo nos separaba una tela de alambre. De pronto las protestas subieron de tono y momentos después llegó un carro del ejército con soldados que se bajaron rápidamente y costaron cartucho, sude frío, pero en lugar de salir corriendo me tomé de la mano con alguna persona que estaba junto a mí y me senté en la banqueta, como para impedir que pasaran los soldados, sentí el caños de su arma enfrente de mis ojos, el momento era bastante tenso, pero pensaba que esa era la forma de defender la casilla. Cuando la cosa estaba más tensa y los representantes del PRI insistían en rellenar más las urnas y los soldados habían cortado cartucho, llegó como del cielo, un camarógrafo y un reportero de alguna cadena estadounidense  - creo que era de la NBC – y prendió un candil muy potente para filmar a los soldados. Los soldados respondieron escondiéndose y ante las preguntas en mal español del reportero, le explicábamos lo que querían hacer los representantes del PRI. Los soldados evadían la cámara del reportero y le pedían que se fuera, pero este insistía en filmarlos, finalmente, los soldados se fueron en su camión, como llegaron.

Sintiéndose, desprotegidos, los priístas, accedieron a cancelar las boletas y a que la representante del PAN acompañara en su coche al Presidente de Casilla a entregar al paquete al  Comité Electoral respectivo, para que no alterara el paquete electoral en el camino, además seguimos al coche respaldando a nuestro representante, hasta que se entregó el paquete, regresamos a la casa de campaña y seguimos escuchando los resultados hasta muy tarde en la noche, me sentía, con la adrenalina en su punto más alto, una especie de brigadista por la libertad, no me preocupaba el riesgo, porque veía que muchísimas personas estaban como yo o incluso había sido mucho más arriesgadas, más bien me sentía muy solidario con todas ellas.

Al parecer a pesar del fraude habíamos ganado, porque caso todas los resultados que llegaban eran a nuestro favor, pensábamos que las declaraciones triunfalistas del PRI eran otra estrategia de fraude, pero que al final el triunfo prevalecería. Siendo muy tarde, después de ir a recoger representantes de casilla, en compañía de otros “brigadistas” en diferentes partes de la ciudad, me regresé a mi casa, mi hermano había estado recorriendo las calles y comentamos los incidentes del día, yo pensaba – idealismo juvenil – que pese a todo el triunfo prevalecería, él sabía que el PRI se había impuesto.

Fernando Baeza
El PRI y su candidato se declararon triunfadores, me uní junto con mi hermano y mucha gente a la resistencia civil, a los bloqueos de carreteras, a las manifestaciones que se hicieron, en la ciudad y sellé algunos billetes (los muy pocos que tenía) con la leyenda que repudiaba el fraude (que por cierto la habían diseñado en  la agencia de mi hermano), además de que me pasaba horas a un lado del kiosco del Parque Lerdo, donde Don Luís Alvarez se había declarado en huelga de hambre en protesta por el fraude. Me sentía tan indignado, tan enojado, los priístas y el Presidente de la Madrid, eran terriblemente cínicos en todas su declaraciones respecto del fraude en Chihuahua – había sido un fraude patriótico, decían, no podemos entregarle el poder a la reacción – y lo minimizaban lo más que podían, mi frustración e impotencia eran muy grandes, además no podía hacer gran cosa, excepto seguir, lo que los dirigentes del PAN nos decían.

De todas las protestas a las que asistí, hubo un mitin, otra vez en la Plaza de Armas, que se quedó gravado en mi memoria como paradigma de lo que puede hacer una sociedad con dignidad. Después de escuchar a los oradores y los testimonios de fraude y de las propuestas de resistencia civil, Barrio, pidió que todos los que estábamos ahí nos tomáramos de las manos, desde la Plaza de Armas hasta el Parque Lerdo, que está a unas cuadras arriba, donde Don Luis estaba en Huelga de Hambre, unos por una avenida y otros por otra formando un enorme círculo humano de gente tomada de la mano, hasta donde estaba Don Luis. Además pidió silencio absoluto para que él con un grupo de personas caminaran en silencio desde el templete hasta el kiosco. Así fue, el silencio era impresionante, había un poco de misticismo (no fanatismo) en el asunto, nadie hablaba y las pisadas de Barrio y su gente se oían en el silencio. Yo me fui detrás de ellos, llegamos al kiosco del Parque Lerdo y después de que saludaron a Don Luis concluyó el mitin. Nos fuimos caminando con toda la gente, con la que se sentía mucha hermandad y solidaridad, habíamos sido víctimas del mismo atropello. Recuerdo que de manera espontánea la gente empezó a cantar, parodiando una conocida canción:

Sacaremos a Baeza de Chihuahua,
Sacaremos a Baeza de Chihuahua
Sacaremos a Baeza de Chihuahua
De Chihuahua sacaremos a ese güey

Muchas cosas más pasaron ese verano, había un debate sobre la pertinencia y las repercusiones del ayuno de Don Luís Álvarez, los obispos de Chihuahua, intentaron suspender los cultos en protesta por el fraude, un grupo de intelectuales se manifestaron por anular las elecciones, Heberto Castillo fue a convencerlo de que diera su vida en abonos para luchar por la democracia e incluso se decían que el candidato del PRI Fernando Baeza, estaba deprimido y en terapia, además de que no estaba en Chihuahua.



Cuando se cumplieron los 40 días de huelga de hambre, se dijo que a partir de ese día, los daños causados por el ayuno a Don Luís serían irreversibles, que moriría irremediablemente, muchos años después platicando con Don Luís de esos días, me dijo que en realidad eran 43, porque la huelga la había empezado tres días antes en su casa, “para ver si podía” “no fuera yo a hacer el ridículo”.  En la noche del día, 43, con mi hermano fuimos a entrevistarlo, estaba muy débil y había poca gente alrededor del kiosco, Don Luís estaba muy débil así que pidieron una entrevista muy breve, desgraciadamente esa grabación se perdió, pero recuerdo (y lo confirmé con mi hermano) que Don Luis nos dijo, “esta es sólo una parte de la lucha para cambiar la situación que vive México y tarde o temprano y yo creo que más temprano que tarde, las cosas van a cambiar”. Después le preguntó si no temía por su muerte y Don Luis nos dijo que no y nos adelantó, “mi ayuno ya terminó”.

En efecto, al otro día Don Luis concluyó el ayuno y después de su recuperación volvió a presidir el ayuntamiento de Chihuahua y a la lucha política. Por mi parte, nuevamente me frustraba el hecho de que Baeza, Bartlett y sus secuaces priístas se hubieran impuesto como viles porros, a la fuerza. Sin embargo, Don Luis me había inspirado y me sentía optimista de que “mas temprano que tarde, esto cambiaría”.

Por su parte, el Presidente De la Madrid, había ido a Chihuahua apenas por unas horas para presenciar la toma de posesión de Baeza en el interior de un gimnasio, despreciado por los chihuahuenses, en un evento lleno de acarreados, donde más que una toma de posesión parecía una reunión donde los ladrones festejaban el botín. El fraude no fue patriótico, fue un vil y criminal fraude, para vergüenza de quienes lo cometieron. Es difícil especular, pero si el sistema hubiese reconocido el triunfo de Barrio, es posible que la transición a la democracia y posiblemente la economía de México hubiera transitado por caminos más pavimentados y una generación completa de mexicanos no se hubiera perdido. Pero De la Madrid, Bartlet y Baeza eran unos enanos para un país que, en ese momento, tenía el espíritu para aspirar a la grandeza. Fue interesante e intenso, pero triste.


Poco a poco el movimiento se fue diluyendo, la gente debía trabajar y ganar su sustento y (luego supe) la dirigencia del PAN influyó para que la resistencia civil no continuara. ¿Qué seguía para mí? Durante ese verano había cumplido 20 años y además de perseguir mi sueño de derrocar al PRI y hacer un país más justiciero, no había pisado las aulas de clase en más de dos años. Después de hacer una profunda reflexión sobre lo que quería hacer más adelante en mi vida y de procesar lo que había vivido en Chihuahua, me regresé a México en diciembre de 1986 para pasar la navidad con mi familia en la casa de San Jerónimo Lídice, iniciar mis estudios y obtener algún empleo.

2 comentarios:

  1. Me encanta las historias. Increible las batallas que se dieron en esos tiempos

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  2. Todo parece que lo volví a vivir, yo también estuve en toda esa historia es bueno recordar, era absolutamente toda Chihuahua a favor del pan, fue un fraude increíblemente grande.

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