Unos meses después, leí en el periódico, de la
elección como candidato a gobernador de Chihuahua por el PAN de Francisco
Barrio, entusiasmado por la decisión y lo que en mi opinión eso significaba en
lucha por derrotar el PRI, sin pensarlo mucho (más bien nada), empaqué la poca
ropa que tenía y me fui en un camión a Chihuahua, sabiendo que tenía otro (de
mis 12) hermanos viviendo allá, pensaba pedir asilo en su casa (que
generosamente me ofreció) y participar en la batalla electoral.
Cuando llegué a Chihuahua después de muchas
horas de camión, el clima todavía no estaba tan caluroso, pero ya se presentía
lo que venía. En ese momento, el PAN protestaba por los anuncios tácitos y
explícitos que hacían el PRI y el gobierno estatal del fraude electoral, el PAN
no ganaría de ninguna manera. En primer lugar, el año anterior (1985) el
Presidente de la República (respetando profundamente el federalismo) había
removido al gobernador Oscar Ornelas ya que este había reconocido los triunfos
del PAN en las elecciones anteriores y no querían que eso volviera a suceder.
En segundo lugar, el nuevo gobernador Saúl González Herrera, había promovido
una reforma a la ley electoral del estado (contenida en un código
Administrativo) que ponía en manos del PRI-gobierno el control del proceso
electoral. La reforma aprobada por la mayoría oficial en el Congreso local, le
daba el control al PRI de todo el proceso electoral, desde la comisión
electoral del estado, pasando por los órganos electorales distritales y
municipales, hasta las mesas de casilla, restringía la supervisión del proceso
por parte de los partidos y abría la puerta a la falsificación de los
resultados electorales.
Saúl González |
Mi hermano (el de Chihuahua), tenía entonces
una agencia de publicidad y comunicación en la capital de estado, un día, se
presentó uno de los dirigentes de la campaña de Barrio, no recuerdo el nombre,
pero trabaja en una empresa de jugos, donde se llevaban a cabo algunas
reuniones de estrategia del PAN estatal y contrató a la empresa de mi hermano
para hacer unos desplegados en los periódicos, que a través de caricaturas
explicaran como las reformas electorales hacían profundamente inequitativo el
proceso y anunciaban el fraude electoral que se cometería en el verano. La
agencia, tenía un caricaturista muy bueno y en sus caricaturas se explicaba a
la perfección lo que se venía, el PAN se opuso como pudo pero
no hubo poder humano que mejorara esa legislación autoritaria.
El PAN estatal, ha diferencia de mi comité en
el DF, se veía muy bien organizado, había dos oficinas, una enfrente de la
otra, la primera era el Comité Estatal del PAN y la de enfrente era la casa de
campaña, el asedio del gobierno federal a través de los clásicos agentes de
Gobernación, del gobierno estatal y obviamente del PRI, obligaba a los miembros
de campaña a actuar con mucha discreción (todo mundo se sentía espiado) y el
acceso a la campaña del PAN era muy restringido. Como era natural, para mí, me
presenté en el comité de campaña con el ofrecimiento de ayudar a la derrota del
PRI, me recibió algún miembro menor de la campaña, yo quería participar en la
estrategia, organizar brigadas o emitir documentos, sin embargo, esta persona
me vio (y en parte creo que por mi apariencia medio desaliñada, no tenía dinero
para comprarme ropa y tenía unos pantalones de mezclilla que ya se paraban
solos) y en parte porque era chilango
(en esa época, había un sentimiento anti-chilango en Chihuahua, en parte porque
había emigrado muchos paisanos míos a este estado después del terremoto de
1985.
De vez en cuando se veían pintas en las calles que rezaban “haz patria,
mata un chilango”, me dijo que estaba difícil participar en algo más que no
fuera, repartiendo y pegando propaganda, participando en los mitines y ayudando
en la defensa del voto, así el acceso para involucrarme más intensamente en la
campaña estaba vedado. Sin embargo, repartí bastantes volantes, pegué muchas
calcomanías en los coches y a toda la gente que conocía le recetaba oralmente
toda mi propaganda proselitista, (más de uno ya me alucinaba), participé en los
mítines y en la defensa del voto, vigilando casillas como observador y además
serví de chofer para llevar en una “troca” que tenía mi hermano a toda la gente
que quisiera ir a los mítines del PAN, ya que el gobierno del estado suspendía
el transporte público esos días, para evitar que la gente asistiera en apoyo de Barrio, aún así siempre llenaba la Plaza de Armas.
La campaña fue muy interesante, Francisco
Barrio era una magnifico candidato, su personalidad era muy carismática y su
discurso contra el autoritarismo priísta era muy bien recibido, hablaba de
cambio y la gente quería cambio, se oponía al centralismo priísta y la gente
hacía lo mismo, incluso los periódicos (casi siempre oficialistas) no podían
evitar la magia de Barrio. En las calles de Chihuahua, durante los altos en los
semáforos, mucha gente tocaba de una forma especial el claxon, que significaba
Barrio Si, Baeza No. Había un ambiente muy intenso, muy alegre, la gente se
sentía unida en algo (ni siquiera en el 2000, tuve esa sensación de fraternidad
entre la gente) y Barrio representaba ese catalizador de la esperanza del
cambio.
Por su parte, el candidato del PRI, Fernando
Baeza, era todo lo contrario, sin ningún carisma, con un tono de voz bastante
chilango y muy gris, los mítines del PRI estaban llenos de acarreados y no
despertaban el entusiasmo de nadie, daba la impresión de que los que apoyaban a
Baeza eran gente que trabajaba en el gobierno o que tenían negocios con éste y
temían perder sus empleos o contratos si se sabía que apoyaban al PAN, más de
uno en privado lo hacía, pero en público se mantenían al margen. A nivel
nacional, Jacobo Zabludovsky y en general televisa, inventaban calumnias
increíbles sobre Barrio y no había una sola noticia que dijeran (si es que
decían) que no llevara una mentira o una forma manipulada de decir las cosas.
La campaña fue muy intensa, me sentía (aunque
fuera un poco marginal mi participación) como parte de un cambio social
histórico, el PRI no tenía ninguna oportunidad de ganar y pese a todas las
calumnias, la mayor parte de la gente rica, mediana y pobre, incluso los
tarahumaras, tenían ya un freno mental contra las mentiras del PRI, ya no
sabían como atacar a Barrio, lo acusaban de fascista, de que quería unir Chihuahua
a Estados Unidos, de que lo apoyaba la CIA, etcétera, sin embargo, nadie les
creía, la popularidad de Barrio crecía y el fenómeno de movimiento social, de
un objetivo común a muchos Chihuahuenses crecía cada día. Sin embargo, los más
realistas, contrastaban mi entusiasmo y me decían “el gobierno federal, nunca
va a permitir que gane el PAN, les puede provocar un efecto dominó que haría
caer al sistema”.
Mientras avanzaba la campaña, los medios de
comunicación nacionales y de Estados Unidos, principalmente, tomaban más
interés en el proceso electoral, en sus notas y reportajes se destacaba la
fuerza del PAN y se apostaba por su triunfo, incluso se comparaba el asunto de
Chihuahua con la caída del dictador filipino Ferdinando Marcos, que había
ocurrido apenas unos meses atrás, después de un proceso electoral fraudulento.
Un noche, ya muy avanzada la campaña, se empezó
a correr el rumor de que Barrio había muerto cuando el avión en el que viajaba
se había desplomado, el rumor fue creciendo y de pronto muchos creímos
(predispuestos como estábamos a que el PRI haría cualquier cosa por no perder)
que era verdad. Me sentí completamente indignado, me acuerdo haber pensado
(aunque fuera por un momento) que de ser cierto que Barrio había muerto, estaba
cancelado el camino de las urnas y era la hora de tomar el camino de las armas.
Sin embargo, más tarde, supimos que efectivamente, el avión de Barrio había
tenido un accidente, él había salido ileso y al parecer no había sido un
atentado del PRI. Todos sentimos un gran alivio aunque, la sospecha de atentado
perduró en la mente de muchas personas, por más tiempo.
El PRI, más que hacer campaña, preparaba el
fraude, se hacían acusaciones y se oían rumores por todas partes, en el sentido
de que se estaban falsificando boletas electorales, se estaban “rasurando” del
padrón electoral, todos los nombres de las personas identificadas con el PAN,
se hablaba de un operativo para llevar gente a votar por el PRI de otros
estados o de la zona rural y un gran etcétera. Finalmente, llegó el día del
cierre de campaña se había convocado en la Plaza de Armas y estaba llena hasta
reventar, nunca había visto un mitin tan grande y tan numeroso. La gente muy
entusiasmada festejaba todo lo que Barrio y los otros líderes del PAN decían,
entre ellos, yo mismo. En el mitin se habló de la posibilidad del fraude y se
dijo que había que evitarlo, yendo a votar, cuidando las casillas y vigilando
el voto, sin embargo, ya se sabía – aunque quizás no en toda su dimensión – que
el fraude estaba preparado.
El día de las elecciones – no podía votar,
porque no estaba inscrito en el padrón de Chihuahua – empezaron a saberse todas
las formas de fraude, en primer lugar expulsaron a los representantes del PAN
de las casillas, en algunos casos instalaron las casillas en lugares distintos
de donde se habían anunciado, en otras las casillas estaban en casas de
reconocidos priístas. Cuando llegó a votar la gente, las urnas estaban llenas
de votos por el PRI y muchísimos ciudadanos habían sido eliminados del padrón,
por lo que no pudieron votar. En las colonias populares una organización que se
llamaba el Comité de Defensa Popular (CDP) dirigido por un líder llamado Rubén
Aguilar, instrumentó el fraude en esas zonas, llevando gente a votar,
expulsando representantes de casilla del PAN, rellenando urnas y un largo
etcétera.
Para el medio día, todos sabíamos que había
habido fraude, sin embargo, en algunas casillas la votación transcurría con
cierta normalidad, aunque en pleno calor de verano chihuahuense, las colas eran
muy grandes y muy lento el proceso de votar. Lo único que pude hacer es andar
en coche con mi hermano viendo que pasaba en las casillas y escuchando los
testimonios impotentes y llenos de ira de mucha gente. Como a las seis de la
tarde, me fui a la casa de campaña de Barrio (que estaba casi enfrente del
comité estatal) muy cerca del Parque Lerdo que luego sería el centro de la
protesta contra el fraude. Obviamente no me dejaron entrar, pero afuera, en la
calle, se empezó a juntar mucha gente como yo que quería saber que había
pasado, como iban los resultados o en que podíamos ayudar. Las historias de
fraude se multiplicaban, mientras los representantes de casilla del PAN (los
que no habían expulsado) llegaban con sus copias de actas de escrutinio en las
que, en casi todas, ganaba el PAN. La gente les preguntaba por el resultado y
la cada vez mas grande multitud que estábamos ahí vitoreaba cada casilla que se
ganaba y a los heroicos ciudadanos que habían aguantado todo tipo de presiones
y se habían mantenido hasta el final en la casilla.
De pronto, salió alguien de la casa de campaña
y pidió que se formaran brigadas para proteger casillas, donde apenas se
estaban contando los votos y había sospechas de que el PRI quería hacer fraude.
Inmediatamente me uní a una, iríamos a una casilla en la calles de Deza y Ulloa
donde los representantes de PRI y funcionarios de casilla querían tachar por el
PRI los votos que habían sobrado con la oposición de la representante del PAN.
Llegamos todos a la casilla y después de enterarnos que estaba pasando,
empezamos a reclamar que el conteo se hiciera adecuadamente y que las boletas
sobrantes se cancelaran. Sin embargo, los del PRI no cedían, nosotros estábamos
afuera y el conteo se hacía a puerta cerrada en esa casa, sin embargo, se podía
ver lo que sucedía porque sólo nos separaba una tela de alambre. De pronto las
protestas subieron de tono y momentos después llegó un carro del ejército con
soldados que se bajaron rápidamente y costaron cartucho, sude frío, pero en
lugar de salir corriendo me tomé de la mano con alguna persona que estaba junto
a mí y me senté en la banqueta, como para impedir que pasaran los soldados,
sentí el caños de su arma enfrente de mis ojos, el momento era bastante tenso,
pero pensaba que esa era la forma de defender la casilla. Cuando la cosa estaba
más tensa y los representantes del PRI insistían en rellenar más las urnas y
los soldados habían cortado cartucho, llegó como del cielo, un camarógrafo y un
reportero de alguna cadena estadounidense
- creo que era de la NBC – y prendió un candil muy potente para filmar a
los soldados. Los soldados respondieron escondiéndose y ante las preguntas en
mal español del reportero, le explicábamos lo que querían hacer los
representantes del PRI. Los soldados evadían la cámara del reportero y le
pedían que se fuera, pero este insistía en filmarlos, finalmente, los soldados
se fueron en su camión, como llegaron.
Sintiéndose, desprotegidos, los priístas,
accedieron a cancelar las boletas y a que la representante del PAN acompañara
en su coche al Presidente de Casilla a entregar al paquete al Comité Electoral respectivo, para que no
alterara el paquete electoral en el camino, además seguimos al coche
respaldando a nuestro representante, hasta que se entregó el paquete,
regresamos a la casa de campaña y seguimos escuchando los resultados hasta muy
tarde en la noche, me sentía, con la adrenalina en su punto más alto, una
especie de brigadista por la libertad, no me preocupaba el riesgo, porque veía
que muchísimas personas estaban como yo o incluso había sido mucho más
arriesgadas, más bien me sentía muy solidario con todas ellas.
Al parecer a pesar del fraude habíamos ganado,
porque caso todas los resultados que llegaban eran a nuestro favor, pensábamos
que las declaraciones triunfalistas del PRI eran otra estrategia de fraude,
pero que al final el triunfo prevalecería. Siendo muy tarde, después de ir a
recoger representantes de casilla, en compañía de otros “brigadistas” en
diferentes partes de la ciudad, me regresé a mi casa, mi hermano había estado
recorriendo las calles y comentamos los incidentes del día, yo pensaba –
idealismo juvenil – que pese a todo el triunfo prevalecería, él sabía que el
PRI se había impuesto.
Fernando Baeza |
El PRI y su candidato se declararon triunfadores,
me uní junto con mi hermano y mucha gente a la resistencia civil, a los
bloqueos de carreteras, a las manifestaciones que se hicieron, en la ciudad y
sellé algunos billetes (los muy pocos que tenía) con la leyenda que repudiaba
el fraude (que por cierto la habían diseñado en
la agencia de mi hermano), además de que me pasaba horas a un lado del
kiosco del Parque Lerdo, donde Don Luís Alvarez se había declarado en huelga de
hambre en protesta por el fraude. Me sentía tan indignado, tan enojado, los
priístas y el Presidente de la Madrid, eran terriblemente cínicos en todas su
declaraciones respecto del fraude en Chihuahua – había sido un fraude
patriótico, decían, no podemos entregarle el poder a la reacción – y lo
minimizaban lo más que podían, mi frustración e impotencia eran muy grandes,
además no podía hacer gran cosa, excepto seguir, lo que los dirigentes del PAN
nos decían.
De todas las protestas a las que asistí, hubo
un mitin, otra vez en la Plaza de Armas, que se quedó gravado en mi memoria
como paradigma de lo que puede hacer una sociedad con dignidad. Después de
escuchar a los oradores y los testimonios de fraude y de las propuestas de
resistencia civil, Barrio, pidió que todos los que estábamos ahí nos tomáramos
de las manos, desde la Plaza de Armas hasta el Parque Lerdo, que está a unas
cuadras arriba, donde Don Luis estaba en Huelga de Hambre, unos por una avenida
y otros por otra formando un enorme círculo humano de gente tomada de la mano,
hasta donde estaba Don Luis. Además pidió silencio absoluto para que él con un
grupo de personas caminaran en silencio desde el templete hasta el kiosco. Así
fue, el silencio era impresionante, había un poco de misticismo (no fanatismo)
en el asunto, nadie hablaba y las pisadas de Barrio y su gente se oían en el
silencio. Yo me fui detrás de ellos, llegamos al kiosco del Parque Lerdo y
después de que saludaron a Don Luis concluyó el mitin. Nos fuimos caminando con
toda la gente, con la que se sentía mucha hermandad y solidaridad, habíamos
sido víctimas del mismo atropello. Recuerdo que de manera espontánea la gente
empezó a cantar, parodiando una conocida canción:
Sacaremos a Baeza de Chihuahua,
Sacaremos a Baeza de Chihuahua
Sacaremos a Baeza de Chihuahua
De Chihuahua sacaremos a ese güey
Muchas cosas más pasaron ese verano, había un
debate sobre la pertinencia y las repercusiones del ayuno de Don Luís Álvarez,
los obispos de Chihuahua, intentaron suspender los cultos en protesta por el
fraude, un grupo de intelectuales se manifestaron por anular las elecciones,
Heberto Castillo fue a convencerlo de que diera su vida en abonos para luchar
por la democracia e incluso se decían que el candidato del PRI Fernando Baeza,
estaba deprimido y en terapia, además de que no estaba en Chihuahua.
Cuando se cumplieron los 40 días de huelga de
hambre, se dijo que a partir de ese día, los daños causados por el ayuno a Don
Luís serían irreversibles, que moriría irremediablemente, muchos años después
platicando con Don Luís de esos días, me dijo que en realidad eran 43, porque
la huelga la había empezado tres días antes en su casa, “para ver si podía” “no
fuera yo a hacer el ridículo”. En la
noche del día, 43, con mi hermano fuimos a entrevistarlo, estaba muy débil y
había poca gente alrededor del kiosco, Don Luís estaba muy débil así que pidieron una entrevista muy breve, desgraciadamente esa grabación se perdió,
pero recuerdo (y lo confirmé con mi hermano) que Don Luis nos dijo, “esta es
sólo una parte de la lucha para cambiar la situación que vive México y tarde o
temprano y yo creo que más temprano que tarde, las cosas van a cambiar”.
Después le preguntó si no temía por su muerte y Don Luis nos dijo que no y nos
adelantó, “mi ayuno ya terminó”.
En efecto, al otro día Don Luis concluyó el
ayuno y después de su recuperación volvió a presidir el ayuntamiento de
Chihuahua y a la lucha política. Por mi parte, nuevamente me frustraba el hecho
de que Baeza, Bartlett y sus secuaces priístas se hubieran impuesto como
viles porros, a la fuerza. Sin embargo, Don Luis me había inspirado y me sentía
optimista de que “mas temprano que tarde, esto cambiaría”.
Por su parte, el Presidente De la Madrid, había
ido a Chihuahua apenas por unas horas para presenciar la toma de posesión de
Baeza en el interior de un gimnasio, despreciado por los chihuahuenses, en un
evento lleno de acarreados, donde más que una toma de posesión parecía una
reunión donde los ladrones festejaban el botín. El fraude no fue patriótico,
fue un vil y criminal fraude, para vergüenza de quienes lo cometieron. Es difícil
especular, pero si el sistema hubiese reconocido el triunfo de Barrio, es
posible que la transición a la democracia y posiblemente la economía de México
hubiera transitado por caminos más pavimentados y una generación completa de
mexicanos no se hubiera perdido. Pero De la Madrid, Bartlet y Baeza eran unos
enanos para un país que, en ese momento, tenía el espíritu para aspirar a la
grandeza. Fue interesante e intenso, pero triste.
Poco a poco el movimiento se fue diluyendo, la
gente debía trabajar y ganar su sustento y (luego supe) la dirigencia del PAN
influyó para que la resistencia civil no continuara. ¿Qué seguía para mí?
Durante ese verano había cumplido 20 años y además de perseguir mi sueño de
derrocar al PRI y hacer un país más justiciero, no había pisado las aulas de
clase en más de dos años. Después de hacer una profunda reflexión sobre lo que
quería hacer más adelante en mi vida y de procesar lo que había vivido en
Chihuahua, me regresé a México en diciembre de 1986 para pasar la navidad con
mi familia en la casa de San Jerónimo Lídice, iniciar mis estudios y obtener
algún empleo.
Me encanta las historias. Increible las batallas que se dieron en esos tiempos
ResponderBorrarTodo parece que lo volví a vivir, yo también estuve en toda esa historia es bueno recordar, era absolutamente toda Chihuahua a favor del pan, fue un fraude increíblemente grande.
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