Por Bernardo León-Olea
@bernardomariale
Confiar en el desarrollo sostenible o continuar como si nada son políticas tan viables como esperar que un enfermo de cáncer de pulmón se cure simplemente dejando de fumar.
James Lovelock
Evidentemente no son lo mismo las cosas que nos preocupan que las cosas que nos afectan. Cuando en las encuestas de victimización le preguntan a la población si se siente inseguro en su entidad federativa tres cuartas partes (74.6%) de la población se sienten inseguras, cuando la pregunta es más precisa e indaga sobre la percepción de inseguridad en su municipio, la cifra se reduce a dos terceras partes (63.7%) pero cuando la pregunta se enfoca en la sensación de inseguridad en su colonia o localidad, apenas un poco más de una tercera parte (39.9) se siente insegura.
Indudablemente, la inseguridad es la principal preocupación de los mexicanos (74.6%) sin embargo, cada año una quinta parte (22 de cada 100) declaró haber sido víctima de un delito.
En contraste, cuando la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana interroga sobre las problemáticas de la ciudad (la encuesta se hace en 75 ciudades) las prioridades cambian. La mayoría señalan a los baches en calles y avenidas como el principal problema de las ciudades (81%), seguido por el suministro de agua potable (60%), insuficiente alumbrado público (59%), y embotellamientos (53%), la criminalidad se va al quinto lugar (50.9%) y es seguida muy de cerca por coladeras tapadas por acumulación de desechos (50.5%).
Otras encuestas, ponen nuevamente al problema de la violencia como la principal preocupación de la ciudadanía y en segundo lugar cuestiones económicas como el desempleo, la inflación, la corrupción, la salud y la educación. Aunque los efectos del cambio climático como la falta de agua son parte de las preocupaciones de la ciudadanía, los problemas del cambio climático y sus consecuencias siguen siendo una preocupación marginal de acuerdo con las encuestas.
En realidad, el cambio climático debería ser nuestra principal preocupación, en un artículo publicado el 30 de junio de 1994 en la revista “Nature” el ecologista James Lovelock y el geoquímico Lee Kump publicaron los resultados de una investigación en la que describían los catastróficos efectos de un aumento del dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera de la tierra.
Según Lovelock, “Todas las formas de vida tienen unas temperaturas máxima, mínima y óptima para su crecimiento” ciertas bacterias, algas y otros organismos unicelulares pueden vivir entre -1.6°C y 50°C, pero en los humanos por ejemplo, nuestra temperatura corporal pude oscilar entre 34° y 41° por periodos de tiempo cortos, pero al bajar de 36° o subir a 39° nos sentimos francamente mal, el margen de temperatura para la vida humana es de apenas tres o cuatro grados: “La mayor parte de la vida prospera entre 25° y 35°C.”
Al parecer una de las cosas que tienen mayor influencia en la regulación del clima en la tierra son las algas marinas y los bosques. Las primeras son organismos que absorben grandes cantidades de dióxido de carbono y producen un componente llamado “dimetilsulfuro (DMS)” que están relacionados con la formación de las nubes que reflejan la luz del sol regulando la temperatura de la superficie marina. Por otro lado, los bosques tienen los mismos efectos, reducen el nivel de dióxido de carbono y ayudan en la creación de nubes.
En el experimento de Lovelock y Kump, calcularon que el crecimiento óptimo de las algas se da en temperaturas cercanas a los 10°C (en la superficie marina) y para los bosques la temperatura óptima era de 20°. Bajo esta premisa fueron aumentando poco a poco el nivel de dióxido de carbono en la atmosfera pasando de 200 partículas por millón (ppm) a 300, 400 etc., la temperatura de la tierra fue aumentando, pero los ecosistemas se fueron adaptando aceptablemente, el problema llego cuando aumentaron el nivel de CO2 a 500 ppm entonces:
“…la regulación empezaba a fallar y se producía una repentina y violenta subida de la temperatura. La causa era el colapso de los ecosistemas marinos. A medida que la temperatura aumentaba, las algas se veían privadas de nutrientes […] hasta que al fin terminaban por extinguirse. Con la disminución progresiva de las zonas habitadas por algas, se reducía también la capacidad de éstas para refrescar el clima, y la temperatura se disparaba.”
Al calentarse la tierra, las algas marinas y los bosques van despareciendo, se produce un aumento mayor de CO2 en la atmosfera y el planeta en un círculo vicioso se calienta más convirtiendo a la tierra en un desierto.
Cuando Lovelocke y Kemp escribieron su artículo en 1994 la atmosfera tenía 358 ppm de CO2 , pero el 30 de marzo de 2024 la atmosfera de la tierra llegó a 425 ppm de dióxido de carbono.
El calentamiento del planeta, si no se detiene ya, disminuirá la cantidad y también la calidad de los alimentos, algunas zonas del planeta serán inhabitables, lo que provocará caóticas migraciones y los fenómenos climáticos serán más potentes y la desestabilización social y política muy violenta.
¡No hay tiempo que perder! Disminuir a la voz de ¡ya! la emisión de CO2 a la atmósfera es una prioridad, es decir, tenemos que jubilar los coches de combustión interna, las centrales termoeléctricas, y el crecimiento de las manchas urbanas, para que la temperatura de la tierra se mantenga y puedan mantenerse los nutrientes de la superficie marina que requieren las algas y los bosques crezcan de nuevo, la alternativa de una economía que siga aumentando las ppm de CO2 en la atmosfera simplemente no es opción.
Sin duda, la criminalidad y la justicia son prioridad en esta campaña electoral y en el próximo sexenio (quien esto escribe a eso se dedica de tiempo completo) pero el problema más importante que enfrentamos sin duda, es el aumento de CO2 en la atmósfera, detener esta tendencia de inmediato y adaptarnos a lo que ya está sucediendo, sin importar lo que digan las encuestas.
Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad 2023, INEGI
Op. Cit .1
Op. Cit .1
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Encuesta Nacional sobre Seguridad Urbana, Diciembre 2023 INEGI
James E. Lovelock & Lee R. Kump; Failure of climate regulation in a geophysiological model, Nature 30 June 1994.
James E. Lovelock, La Venganza de la Tierra: La Teoría de Gaia y el Futuro de la Humanidad, ed. Planeta 2007
Op. Cit. 7
Op. Cit. 7
National Oceanic and Atmosferic Administration, Mauna Loa Observatory, Hawaii: https://gml.noaa.gov/ccgg/trends/mlo.html