Los años del sexenio de Miguel de la Madrid,
fueron muy difíciles para mi y para mi familia, básicamente por razones
económicas, provocadas por los gobiernos priístas, a mis ojos, cualquier cosa
que hacia Miguel de la Madrid me parecían tímidas e hipócritas, en el fondo –
según yo- sólo quería rescatar al sistema, me sentía sin esperanzas y, a punto
de salir de la preparatoria, el futuro de mi generación no se veían entonces,
muy promisorio.
Sin embargo, un día cayeron en mis manos, como
una pequeña y tenue luz de esperanza, algunos números atrasados de la revista
Proceso, que, relataban como el PAN había ganado unas elecciones importantes en
Chihuahua y en Sonora, el PDM otras en Guanajuato y una coalición del Partido
Socialista PSUM y la COCEI (Coalición Obrera, Campesino, Estudiantil del Istmo)
en Juchitán, Oaxaca, leí con pasión las entrevistas a diputados del PAN del
PSUM y del PDM que narraban su batallas parlamentarias y los esfuerzos por
construir un México mas justo.
Me sentía eufórico y pasaba de la desesperanza del gobierno de De la Madrid, a la esperanza de la participación política. Quería
volverme un activista, en realidad no me importaba mucho si ganaba el PAN, el
PDM o el PSUM, lo que yo quería era que el PRI perdiera y que desapareciera ese
monopolio, sentía que poco a poco el sistema político cambiaría si otros
partidos accedían a espacios de poder aunque fueran pequeños y el municipio
parecían ser el campo de batalla.
Quería saber más y quería participar en esa
lucha, por mi cabeza empezaron a surgir ideas, que tal si el PAN, el PDM y el
PSUM se unen contra el PRI y hacen un frente común, que pasa si todos salimos a
la calle y exigimos el fin del PRI. O si me voy a Chihuahua o a Oaxaca para
ayudar en la lucha por la democracia. En esa época, sin Internet, estuve
buscando las direcciones o los teléfonos de los partidos políticos de
oposición, me urgía participar, recuerdo que el PRI tenía muchísimos y el resto
apenas uno que otro o no estaban en el directorio. Llame al PSUM, pero nadie me
contestó, llame al PAN, pero una señorita se portó grosera conmigo y tuve que
colgar, llame al PDM y tampoco contestó nadie. Busque las direcciones y salí de
mi casa, no podía pasar otro día sin que yo estuviera involucrado en la lucha
contra el PRI, había oído el término democracia pero, para mí, el término sólo
significaba elecciones sin fraude electoral, no entendía bien que eran las
ideologías y me movía el sentido práctico de derrotar al PRI, que yo pensaba
era la causa de todos los males del país.
Salí de mi casa, tomé uno de esos camiones
“delfín” que había entonces en la Ciudad de México y me dirigí al PAN, cuyas
oficinas estaban en la Colonia del Valle, para mi sorpresa aquello se veía muy
desoldado, entre a la casa de la calle de Ángel Urraza y no había nadie, de
pronto salió una persona que me miró con cara de ¡has de ser un espía de Gobernación!
Apenas tenía 17 años, pero la sensación de no ser bienvenido me inhibió, me
preguntó que quería y sólo atine a decir que me había equivocado de oficina y
me salí. Sude frío, tenía tantas ganas de participar en la derrota del PRI, que
no sabía como canalizar tanta energía, me frustró que en el PAN no me hubieran
recibido con los brazos abiertos y con fanfarrias, después de todo no tenían
mucha gente y yo venía a sumarme a la lucha, pero el “modito” me apenó y no me
afilié al PAN en ese momento.
Me fui caminando a la Avenida Insurgentes,
envuelto en mis pensamientos y con la sensación de frustración, tomé un camión y
me fui al Monumento a la Revolución donde había leído que estaban las oficinas
del PDM, en efecto, llegué, más preparado que en el PAN, y también estaban
desoladas, sólo había un viejito canoso que hablaba con una voz muy baja y como
triste. Le platique mis intenciones y muy amablemente, me dijo que estaba bien
y me invitó a un evento que iban a tener unos días más adelante, ahí me
presentaría a alguien que me afiliaría y me daría alguna tarea que hacer.
Me sentí un poco decepcionado, yo traía mucha
energía, y ese viejito se veía débil y sin mucho entusiasmo, le quise platicar
mi euforia por derrotar al PRI, pero me vio con cierta condescendencia y me
invitó que fuera a ese evento sin prestar mucha atención a lo que le decía.
Salí un poco desanimado, comenzó a llover, no tenía dinero para el camión, por
lo que tuve que pedir dinero a algún transeúnte para mi pasaje y todo mojado y
un poco decepcionado regrese a mi casa.
Aunque mi primera experiencia partidista no
había sido muy buena, seguía entusiasmado, me faltaba ir a las oficinas del
PSUM, pero tenían algunas dudas sobre el socialismo. Mi abuelo había sido
fundador del PAN y aunque no militó por mucho tiempo porque lo nombraron
Ministro de la Suprema Corte, siempre quedó en el recuerdo familiar su
participación panista. Por otro lado, viniendo de una familia profundamente católica,
el materialismo dialéctico y la lucha de clases me generaban ciertas dudas,
aunque el PSUM ya había renunciado a la dictadura del proletariado (aunque no
sabía muy bien que era ninguna de las tres cosas).
Para quitarme de dudas, tome unos libros de
Ríus, que eran explicaciones en forma de “comic” de diferentes temas, de la
biblioteca de mi papá, sobre Marx, sobre Lenin, sobre la Revolución Cubana,
sobre Jesucristo, recuerdo que había varios de diferentes temas. No puedo decir
que los leí, más bien me los bebí, sonaba tan interesante, tan idealista y tan
bien fundamentado científicamente, además de que la música y la letra de La
Internacional me gustaban muchísimo, sobre todo esa parte que decía (por lo
menos así lo recuerdo):
El día que el triunfo alcancemos
Ni esclavos ni dueños habrá
La tierra será un paraíso
Patria de la humanidad
Casi me convencieron, sin embargo, había algo
que no me terminaba de convencer, por un lado, detestando como yo detestaba al
gobierno, no me gustaba la idea de que el programa del socialismo se pareciera
(al menos en mi reflexión) al de López Portillo, porque querían estatizar
muchas empresas, yo había visto con cierta cercanía la corrupción del gobierno
y pensaba que a mayor gobierno, mayor corrupción, nunca me convenció el
estatismo. La segunda cosa que no me cuadraba, era su adoración por la
Revolución Cubana, para mí, Fidel Castro era un dictador (como el PRI lo era) y
no existía la libertad de oponerte a Castro, al contrario, yo quería un país
donde la vida política fuera plural y nadie concentrara el poder como lo hacía
el PRI. No obstante, me llamaban mucho la atención sus líderes en el Congreso,
como Rolando Cordera y Arnaldo Córdova, que destacaban sobre los demás
diputados de esa legislatura.
Finalmente, me tenía que decidir, tenía muchas
ganas de participar en la política para derrotar al PRI y hacer que México
renaciera de sus cenizas, pero llevaba mucho tiempo dándole vueltas al asunto y
la verdad es que ningún partido me convencía realmente. Evidentemente el PRI,
estaba descartado, el PDM me había parecido un partido de viejitos con algunas
ideas interesantes, pero me asustaba que tuviera organizaciones secretas y era
demasiado religioso, para mí la religión era importante, pero creía en el
paradigma cristiano de “al cesar lo que es del cesar y a dios lo que es de
dios” no detestaba a Juárez como los sinarquistas y tampoco era tan católico,
no era para mí.
Sólo me quedaban el PSUM y el PAN (sabía que
existía el PMT pero no tenía ninguna referencia así que no estaba en mi lista),
me gustaba el PAN, en muchos sentidos, parecía más abierto que los demás,
reclutaba líderes de la sociedad civil, sin que fueran, necesariamente muy
conocedores de su doctrina (por lo demás muy similar a la del PDM), muchos
profesionistas de clase media militaban en el PAN, muchos empresarios
inconformes con la política del régimen (especialmente con la nacionalización
de la banca) utilizaban al PAN como plataforma para abrir el régimen (entre
ellos Clouthier y Fox), el PAN era un lugar donde convergían diferentes grupos
sociales, más allá de cuestiones doctrinarias para luchar por el fin común de
abrir el sistema y derrotar al PRI, por si fuera poco, era el más fuerte y
parecía el más viable para ganar una elección que derrotara al sistema.
Por otro lado, el PAN me parecía un poco
frívolo en cuanto su preocupación por la injusticia y la corrupción, estaban
muy preocupados (como yo) por ganar elecciones y ganarle espacios al PRI, pero
una vez en el poder, sus administraciones eran mediocres y con una mentalidad
muy de derecha, veían el combate a la pobreza como una obra de caridad y no
como un imperativo de justicia, eran modernizadores, pero nada o muy poco
justicieros (lo siguen siendo), la mayoría de ellos (aunque no todos) venían de
la clase alta y media alta y su lucha era más por ganar más espacios de poder,
que para hacer más justicia.
Por el contrario, del PSUM, me gustaba mucho su
preocupación social, les importaba la justicia y eso me agradaba, el PSUM había
renunciado a la dictadura del proletariado y habían aceptado la democracia, sin
embargo, como dije antes seguían siendo muy estatistas y no me cuadraba su
adoración a la dictadura de Castro, a pesar de los bueno que hubiera hecho
(como otros dictadores habían hecho cosas buenas también), porque para ese momento
ya me había dado cuenta de que lo que me molestaba del sistema priísta era que
no me sentía en un país libre, me di cuenta que la libertad, era el valor
político más importante para mí y no entendía (ni lo entiendo ahora) porque
vinculaban empresas del estado con mayor justicia social, si era el lugar donde
más corrupción había y porque apoyaban a Castro, si en Cuba no había democracia
y según yo (ahí me equivoque) todos queríamos derrocar al PRI para que hubiera
libertad y democracia. Para mí las propuestas ideológicas eran un poco
abstractas y de pronto intolerantes y autoritarias, lo importante era
liberarnos del autoritarismo y la falta de libertad que había por las
imposiciones del PRI.
Seguía dándoles vueltas al asunto, me gustaban
unas cosas del PAN y otras del PSUM y a veces soñaba con fundar un partido
político a mi gusto, pero me parecía una locura. Necesitaba decidirme cuanto
antes porque las elecciones de 1985 (primeras en las que votaría) estaban ya
cercanas y no quería que me tocaran sin tener una trinchera donde pelear. Acaba
de leer un libro de Octavio Paz, Tiempo
Nublado, que me había confirmado que la libertad es el bien político más
importante (ahora se que libertad y justicia son inseparables) pero también me
había profundizado mis dudas sobre mi participación política, ningún partido se
ajustaba exactamente a lo que yo creía.
Sin embargo, no tuve que esperar mucho más,
llego a mis manos, un montón de ejemplares atrasados del periódico El País de
Madrid, que me regaló un tío, a él le habían llegado como una promoción y los
había guardado, pero los iba a tirar así que me les regaló. En esos ejemplares,
se narraba entre muchas cosas, muchos noticias sobre el gobierno socialista de
Felipe Gonzáles, los cambios que estaba haciendo, su lucha por entrar a la
entonces Comunidad Económica Europea y la condición que le habían puesto de
ingresar a la OTAN, si quería ser miembro de Europa, cosa contraria a su
programa electoral, unos años después convocaría a un referéndum y España
aprobó el ingreso a la OTAN, para ingresar a la CCE.
Me gustó muchísimo el PSOE y lo que estaba
haciendo Felipe Gonzáles en España, así que me imagine al PSUM, transformándose
en un PSOE mexicano, modernizando México y creando lo que hoy llamaríamos un
Estado Social de Derecho, moderando el estatísmo y buscando una solución a mi
“cuestión cubana”.
Sin embargo, aunque yo no lo sabía el PSUM nunca
sería el PSOE, las personas que conocí de ese partido eran muy dogmáticas y
para la época lo que yo les platicaba les parecía muy reaccionario, así que
luchar por convertir al PSUM en el PSOE, sólo me desviaría de la meta principal
que era derrocar al PRI, así que deseché la idea. En ese momento, el PAN era
mucho más cercano a lo que yo creía(y ahora se que la política esta hecha de
estructuras y coyunturas y no de grandes principios doctrinales que se vuelven
una gran hipocresía), no había que luchar para convencerlos de mi oposición al
estatísmo, ni de la dictadura del Fidel Castro, además coincidía con los ejes
principales de su doctrina, la dignidad de la persona, el bien común, la visión
solidaria del Estado, etcétera, quizás no eran todo lo liberales que yo quería,
pero eran menos dogmáticos que la mayoría de los militantes del PSUM y me
percate de que sería más fácil imitar a Felipe Gonzáles desde el PAN que desde
el PSUM, por su puesto que desde el PAN se podría luchar por la justicia,
pensaba yo, así que decidía afiliarme al PAN.
Finalmente, volví a las oficinas del PAN en la
Colonia del Valle, nada más que con más valor que la vez pasada y dispuesto a
aguantar la actitud de ¡has de ser espía de Gobernación! Estaban igual de desoladas
que la vez anterior, pero un buen amigo mío, que era hijo de un ex presidente
del PAN; Abel Vicencio, estaba en una oficina, por cierto muy grande, con sólo
una mesa y una computadora de esas que tenían las letras amarillas con el fondo
negro, trabajando en esa computadora, su trabajo era copiar todos los artículos
que salieran del PAN en revistas internacionales – que no deben haber sido muchos
– me preguntó que hacía por ahí y le dije que quería afiliarme al PAN, entonces
abrió otro archivo me preguntó mi nombre completo y me dijo que ya estaba
afiliado, me dio la dirección del comité distrital que me tocaba en mi colonia
y luego siendo un panista de pleno derecho me regresé a mi casa.
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