martes, 3 de noviembre de 2009

No Reelijan a Flores Rico

Por Bernardo León-Olea

Solamente existen dos países en el mundo donde la reelección inmediata de legisladores está prohibida; Costa Rica y México, en el resto de las naciones, se considera la posibilidad de la reelección legislativa como una institución democrática que promueve que los legisladores rindan cuentas en sus distritos (lo cual es muy importante y fundamental) y que se profesionalicen en la función legislativa (cosa que sólo da el tiempo), lo que abre las puertas a que los diputados y senadores sean funcionarios con poder real (independiente de sus partidos), lo que a su vez les permite gestionar los intereses de su electores.

Carlos Flores Rico, es un diputado plurinominal del PRI, que está en contra de que los diputados rindan cuentas a los ciudadanos y piensa que la rendición de cuentas representa solamente “los intereses políticos de la derecha”. Este diputado, no sólo está en contra de responsabilizar a los diputados de sus acciones, sino que también se opone a profesionalizar la labor legislativa y propone mantener al Congreso de la Unión en un estado permanente de “novates” y “amateurismo”. En efecto, apenas el mes pasado propuso que se redujera la edad para ser diputado y senador, de 21 y 25 años, respectivamente, a 18 para ambos.

¡Brillante Idea!

Al parecer la idea de Flores Rico, es la de debilitar más al Congreso, probablemente bajo la peregrina premisa de que el PRI va a regresar en el 2012 (mucha agua correrá antes de que eso suceda) y entonces con un Congreso novato y amateur, el nuevo PRI podrá reproducir la vieja práctica Presidencialista de someter al Congreso a los deseos del ejecutivo.

Más allá de las tonterías que los ciudadanos tenemos que oír todos los días de parte de muchísimos diputados, la declaración que hizo el diputado Flores Rico el 2 de noviembre es importante porque se convierte en un paradigma de las taras que tiene nuestro sistema político y que impiden que México progrese.

Un Congreso donde los diputados y senadores, tienen apenas 18 años (porque según Flores Rico hay muchos jóvenes en México) y cambian cada tres o seis años, se vuelve un Congreso débil y torpe. Débil porque un político que cada tres o seis años debe quedar bien con la burocracia partidaria que los instaló en su curul, para poder seguir en la política, es evidente, NO VA A RESPONDER A LOS INTERESES DE SU ELECTORES (que se diluyen bajo la premisa de la representación proporcional), sino a los intereses que le darán “chamba” cuando concluya su periodo, lo que en la práctica traslada el poder del Congreso al seno de las burocracias partidarias que lo dominan. Por lo que se convierte en un Congreso débil.

Torpe, porque, como la historia nos lo ha demostrado, (y las declaraciones de Flores Rico lo confirman) la mayoría de los diputados y senadores no son legisladores profesionales y como nadie los va a hacer responsables, en lo individual, de las barbaridades que cometan en el Congreso, son básicamente impunes en todos sentidos ante la ciudadanía y por ello pueden decir, hacer o más grave aprobar, lo primero que se les ocurra impunemente y luego hacer comerciales en el radio acerca de los sobresaliente de su actuación.

La justificación de Flores Rico para tener un Congreso tan pobre, en su responsabilidad moral e intelectual ante la sociedad es que la no reelección (impuesta en 1933 por el propio PRI, que tenía el 100% de los legisladores, para debilitar al Congreso frente al poder Presidencial) es que los plurinominales abren la puerta a la pluralidad de partidos y la no reelección permite que “circulen las elites” en la Cámara. De los plurinominales me ocupé el artículo anterior, veamos el argumento de la circulación de las elites que tanto preocupa al diputado.

A diferencia de lo que sostiene el diputado Flores Rico, la reelección no es un impedimento para que la sociedad participe en política y una persona pueda ser electa para cualquier puesto de elección popular, en todos los países donde existe la reelección inmediata de legisladores (incluso en aquellos donde hay una tasa de reelección muy alta) son electos de manera constante nuevos legisladores, pero no cambian al 100% cada tres o seis años a todos los miembros del Congreso o del Parlamento. Por otro lado, no es bueno, ni deseable que las elites circulen a muy alta velocidad, en otros países del mundo con democracias altamente funcionales hay muchas carreras parlamentarias muy dilatadas en el tiempo (que por ello han convertido al poder legislativo en poderoso e independiente) y que han hecho enormes servicios a su país.

Si la circulación de las elites fuera un valor tan preciado a la democracia por si misma, podríamos hacer unas buenas listas con los nombres de todos los interesados en ser legisladores (podríamos reducir de tres años a tres meses el periodo y de 21 y 25 años a 10 y 13) y cada tres meses nombrar nuevos legisladores, así muchos mexicanos podrían ser diputados y senadores (aunque sea por tres meses) y tendríamos una enorme circulación de las elites.

Por el contrario, la imposibilidad de la reelección inmediata de legisladores, hace que el poder se traslade del Poder Legislativo (donde nadie puede hacer carrera), a las burocracias de los partidos, desde donde esas elites a que hace mención Flores Rico concentran un poder que no tiene ningún control ciudadano de ningún tipo, y que circulan con excesiva lentitud o de plano no lo hacen y desde donde designan candidaturas plurinominales o uninominales “seguras” para los miembros de esas elites y “perdidas” para todos los que quieran participar. Casualmente los coordinadores parlamentarios, son las más de las veces legisladores plurinominales.

La historia del propio diputado Flores Rico pude ser un testimonio de esta situación, funcionario público y partidista, a quien le tocó ser legislador plurinominal casi por escalafón “ya le tocaba” pero que básicamente no tiene que rendirle cuentas a nadie de su actuación, excepto a quienes lo pusieron en un lugar “seguro” de la lista plurinominal y que seguramente al término de su trienio le darán cobijo en otro “puesto”, pero los ciudadanos no tendremos manera de premiar o castigar su actuación.

Sin embargo, ahora hay un gran movimiento ciudadano, que está creciendo cada vez más, con la exigencia de que se eliminen los diputados plurinominales (no 100, TODOS) y de que se permita la reelección legislativa, para que los ciudadanos (elites o no) podamos hacer rendir cuentas a nuestros representantes y así sostener su carrera política o cancelarla, en función de su liderazgo y desempeño a nuestro favor (lo que es una regla de la democracia).

De qué sirve que circulen diputados y senadores cada tres o seis años (de 18 años o más) si casi todos son amateurs, si no hay incentivo alguno para generar consensos que beneficien al país o si los partidos son cómplices de sus propias fechorías, si el Congreso sigue siendo débil porque en la práctica es sustituido por la burocracias partidarias que nadie controla y que deciden en función de intereses muy particulares, si México sigue sin una buena reforma de sus instituciones que permitan a través de equilibrios y contrapesos (no estorbos y contradicciones), la protección consistente de las libertades ciudadanas, el crecimiento económico y la justicia.

La batalla para destruir un sistema político inoperante ya empezó, la primera medida es eliminar la no reelección de legisladores para que los ciudadanos podamos premiar o castigar a nuestros legisladores y así controlarlos y para que los diputados y senadores sean poderosos e independientes de sus partidos y puedan influir en las políticas públicas en nuestro beneficio.

Si el PAN ha cometido un error gravísimo al no cambiar el sistema político que le heredó el PRI y por eso no ha podido gobernar. El PRI comete un error aún más grave al pensar que va a regresar en el 2012 a restaurar el orden de ese viejo régimen, porque al no cambiarlo, están articulando las mismas condiciones que provocaron su caída, con el agravante de que la esperanza del cambio ya se diluyó.

Por favor, si se reforma la constitución y los legisladores se pueden reelegir. No reelijan a Flores Rico.

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