Por Bernardo María León
Creer que la representación proporcional de los partidos, equivale a la representación proporcional de los ciudadanos es el primer error grave en el que caen aquellos que defienden este sistema de elección de diputados o senadores.
Los diputados de mayoría (básicamente cuando tienen el incentivo de ser reelectos de manera inmediata) no solo representan a quienes votaron por ellos, sino a quienes votaron en su contra y aun a quienes no votaron o no lo pueden hacer. La diferencia fundamental radica en el hecho de que los diputados votan en el congreso y promueven políticas públicas que pueden ser atractivas para un electorado que votará por ellos, o no, en la próxima elección, sin importar si eso le place a sus burocracias partidarias o no, porque de esas burocracias no depende su reelección. Por ello en los sistemas donde sólo hay diputados uninominales, los diputados y senadores votan según mejor les convenga aunque no sea precisamente la línea de su partido, porque su interés esta en el electorado específico que los puede reelegir, nadie se siente subrepresentado porque puedes promover una política pública o acercarte a tu diputado o senador aunque no hayas votado por él o seas miembro de una minoría generándose así los grupos de interés que definen los votos y el actuar de los representantes en el congreso. Lo de menos es a que partido pertenezcan.
Sin embargo, cuando se cruza en el camino la representación proporcional, cambian los incentivos porque, en primer lugar su electorado es muy abstracto, es un agregado de una circunscripción muy grande y por ello, al ser designado en los primeros lugares de las listas por su burocracias partidaria, producto de negociaciones políticas, casi siempre entre grupos de poder dentro de cada partido, el eje en torno al cual gira la actuación de los diputados y senadores no es un electorado al que se tengan que enfrentar la próxima elección, sino a sus jefes dentro del partido, los cuales miden eficacia según su disciplina y sometimiento a la línea del partido y no a su relación con sus electores.
La diferencia es cualitativa y muy grande. La sobrerrpresentación y la subrepresentación de los electores esta mucho menos relacionada con el partido del que son miembros los diputados y senadores que los representan, que con los incentivos que estos tienen para acercarse y mantenerse en contacto con ellos. Si esta mayoría del PRI que acaba de ser electa, tuviera el incentivo de la reelección inmediata y por tanto de hacer carrera parlamentaria, es muy posible que la disciplina partidaria del grupo parlamentario del PRI disminuyera y los diputados de mayoría se acercaría más a las necesidades, ilusiones y preferencias de su electores, sin importar si ellos son panistas, o perredistas o son una minoría sexual, étnica o ideológica, lo importante sería ponderar cómo agradar a ese electorado, es decir como representarlo.
Evidentemente esto no va a suceder con los pluris, porque – en el caso de que pudieran ser reelectos – su eficacia se va a medir con la métrica de la disciplina al partido y a la línea de la dirigencia, siendo esa dirigencia, o en el mejor de los casos, la, militancia, el origen de su elección, esta por demás decir que con ellos deben quedar bien y seguirán una carrera política acogidos por esa dirigencia o burocracia, pero los electores tendrán muy poca influencia en su comportamiento y en sus políticas.
En un sistema de mayoría uninominal pura ¿quién esta sobrerepresentado y quien subrepresentado? ¿Los electores o las burocracias de los partidos?
En la actual coyuntura que vive México es indispensable una reforma del poder legislativo que acerque a los diputados (locales y federales), senadores y si me apuran incluso a los regidores y síndicos de los ayuntamientos a los ciudadanos, que los haga responsables ante ellos de su actuación y que permita que el ciudadano pueda premiar (con la reelección) o castigar su actuación (no reeligiéndolos) para que de esta manera adecuen su actuación y políticas a las necesidades, aspiraciones e ilusiones de los electores. ¿Quién puede llamar a cuentas al primer lugar de la lista de los pluris si esta cumpliendo con el mandato y la línea de su dirigencia partidaria?
La reelección inmediata y la eliminación de los pluris hoy es indispensable por dos razones, para fortalecer al poder legislativo frente a las dirigencias y burocracias de sus partidos y para acercar su actuación y políticas a sus electores. Tiene que quedar más que claro que los partidos sirven para articular el proceso político y civilizar un poco la lucha por el poder, pero no para sustituir a los ciudadanos.
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Los Plurinominales sólo responden a los intereses del partido pero no de los ciudadanos porque ¿a qué ciudadanos representan?
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