El debate sobre la eliminación de los plurinominales que ha puesto en la mesa la iniciativa que pretende mandar el Presidente al Congreso, se ha centrado en las implicaciones que tendría en la representatividad de los partidos tanto en el sistema mayoritario como en el plurinominal.
Quienes están a favor de este último parten de una premisa sencilla pero poderosa, algo así como; la representación política en las democracias se hace a través de los partidos políticos y por tanto éstos deben tener en el Congreso (particularmente en la Cámara de Diputados) una representación proporcional a su porcentaje de votos de los contrario la sobre o subrepresentación de algún partido irá en detrimento de la representación política de un partido y de los ciudadanos que lo integran.
Por contra señalan que efectivamente el sistema mayoritario provoca el bipartidismo y eso restringe o de plano elimina la representación de las minorías y la subrepresentación y la sobre representación de los partidos en el Congreso puede ser muy alta.
Desde mi punto de vista el error radica en la lógica de la representación de los “partidos” es decir, ¿realmente los partidos representan los intereses de los electores? Y en todo caso ¿en qué medida?
El artículo 41 constitucional establece que los partidos son entidades de interés público y les otorga el cuasimonopolio de la representación política y de manera marginal a las candidaturas independientes. Sin embargo, la complejidad para formar partidos políticos o para registrar candidaturas independientes restringe a un porcentaje muy pequeño de la población la posibilidad de crear partidos políticos o de hacer eficaces las candidaturas independientes.
La Ley de Partidos Políticos señala que para formar un partido político hay varias restricciones tales como, que solo pueden formarse después de la elección presidencial (no en cualquier momento), deben contar con 3,000 afiliados en 20 entidades federativas o 300 afiliados en 200 distritos electorales y que en cualquier caso deben representar el 0.26% del padrón electoral (como 60 mil afiliados).
Además deben celebrar una asamblea nacional en donde se aprueben sus documentos básicos con la certificación del INE entre otros requisitos. Finalmente, si el partido no obtiene el 3% de la votación nacional (como un millón de votos) en la elección pierde su registro y su derecho a ser partido político. Por su parte, las candidaturas independientes no están en una mejor situación, ya que para registrarse se requiere que cada candidato recabe el 2% de apoyos de los electores inscritos en le padrón electoral pero además deben ser por lo menos en la mitad de las secciones del distrito electoral (como 6,300 apoyos por distrito).
Como se ve, es por decir lo menos, bastante complicado que la enorme variedad de minorías que hay en México tengan acceso a formar un partido político o a registrar una candidatura independiente, mucho menos a que esos partidos o candidaturas independientes - si fuera el caso - obtuvieran resultados exitosos.
Hasta ahora a habido más de veinte partidos políticos nacionales que han perdido su registro, hay 7 con registro, 44 partidos estatales (que no pueden competir con candidaturas federales) e innumerables organizaciones que han pedido su registro pero no se le ha otorgado, solamente un candidato independiente ha ganado en su distrito federal.
En suma, el argumento de que los partidos políticos representan a la sociedad y su complejidad es francamente falaz y por ello el argumento de que los plurinominales existen para representar proporcionalmente a los diferentes espectros de la sociedad y a sus minorías es falso.
En todo caso, lo que deberíamos preguntarnos es ¿Cuál es el mejor sistema para abrir las candidaturas de los partidos políticos y obligarlos a que representen mejor y mas ampliamente la pluralidad de la sociedad? Y si fuera el caso, entonces ¿Cuántos partidos son necesarios?
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