@bernardomariale
“¿Existe algo que honestamente se pueda denominar sociedad civil internacional? Sí. ¿Crece y evoluciona? Sí. Pero sigue habiendo un problema. Nuestro mundo material, social y científico cambia ante nuestros propios ojos, y habrá cambiado mucho mas cuando nuestros hijos y nietos alcancen la madurez; pero los principales instrumentos para comprender estas transformaciones siguen siendo todavía las estructuras de estados-nación que tan familiares nos resultan, aunque sean palpablemente inadecuadas para las tareas que se avecinan.”
Paul Kennedy
Una Oportunidad para el Derecho Internacional
¿Qué mecanismo de defensa tiene un ciudadano gobernado por una dictadura y un régimen autoritario?
El 24 de octubre de 1648 las principales potencias europeas firmaron en la sala del ayuntamiento de Münster una ciudad al oeste de Alemania, el Tratado de Westfalia que puso fin a las guerras religiosas y territoriales (la guerra de 30 años y la guerra de 80 años), pero sobre todo colocó a los estados-nación como el eje del poder mundial (Morgenthau:1948) .
Desde entonces, el derecho internacional se ha entendido y aplicado como un derecho entre estados-nación y la mucha o poca efectividad que tenga depende casi siempre de la voluntad de los gobiernos de cada país por cumplir y aplicar sus preceptos. Hasta ahora no hay una organización supranacional que someta a los estados-nación a la ley internacional.
A veces con el apoyo de las grandes potencias se hace cumplir el derecho internacional como en el caso de la invasión de Irak a Kuwait o la guerra en la antigua Yugoslavia, pero someter a los países mas poderosos a la ley internacional es casi imposible. Dicho de otra manera, con ciertos matices, muchas de las relaciones internacionales se rigen todavía por la ley del más fuerte y por el equilibrio de poder entre estados-nación particularmente el equilibrio del armamento nuclear.
Frente a esta realidad no debería sorprendernos la invasión a Ucrania por parte de Rusia.
Ni siquiera la disuasión nuclear tiene un impacto importante para detener la invasión Rusia a Ucrania, el 11 de marzo de 2022 ante la presión internacional para que Estados Unidos intervenga a favor de Ucrania el presidente Biden señaló que Estados Unidos no podía intervenir directamente en Ucrania contra la invasión rusa porque eso nos llevaría a la tercera guerra mundial, por lo que tampoco es una opción.
Por lo tanto, lo que queda son las sanciones económicas a Rusia que pueden tener efectos limitados (véase el caso de Cuba o Venezuela) y el apoyo en equipamiento militar a Ucrania que pueden tener un efecto de contención que también puede ser limitado. La expectativa es crearle una crisis económica y social a Putin que provoque un levantamiento donde los propios rusos derroquen a Putin que lleva mas de 20 años en el poder.
En ambos casos, los escenarios no son prometedores. Si Ucrania no logra resistir ni con el apoyo no-militar de la OTAN, el fin de Ucrania como país independiente se vuelve posible y las consecuencias de un triunfo ruso pueden generar incentivos de mayor expansión para Putin y cumplir su sueño de regresar a un mundo de esferas de influencia de tres potencias hegemónicas. Si Ucrania logra resistir es posible que se convierta en una guerra larga que dejará en ruinas a ese país y si por error o cualquier otra causa se comprometen intereses de la OTAN las consecuencias, como dijo el presidente Biden, son impensables.
¿Qué opciones quedan?
El nuevo Juramento de la Cancha de Tenis
Cuando Luis XVI convocó a los Estados Generales (La nobleza, el clero y la burguesía) estableció que cada estamento tendría un voto de tal manera que si el clero y la nobleza votaban en conjunto (para imponer nuevos impuestos) la burguesía (el tercer estado) tendría que asumir las consecuencias. La cuestión era que frente a un clero y nobleza quebrados y de pocos miembros, la burguesía (mucho mas numerosa y rica) tendría que pagar para sostener al régimen. Por ello, en junio de 1789, los representantes del tercer estado (a los que se unieron la mayoría de los clérigos y algunos nobles) decidieron asumir la soberanía y se autoproclamaron Asamblea Nacional donde cada diputado tendría un voto.
Así eliminaron los estamentos, asumieron la soberanía y la representación del pueblo por lo que cualquier ley o impuesto debía contar con su aprobación. Ante la amenaza de que los dispersaran, el 20 de junio de 1789 se reunieron en la cancha de tenis techada de Luis XVI y juraron mantenerse unidos hasta que le dieran a Francia una constitución. La soberanía pasó en este proceso del Rey a la Asamblea Nacional.
En su libro El Parlamento de la Humanidad, Paul Kennedy observa que el Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas empieza diciendo: “Nosotros los Pueblos de las Naciones Unidas…” poniendo por encima de los estados-nación a “los pueblos” sin embargo, también hace notar que algunos párrafos mas adelante todo cambia para decir que los pueblos ahí están representados por sus gobiernos, en sus palabras:
“Por consiguiente, mientras que los primeros párrafos del texto de la Carta son una proclamación asombrosamente audaz e idealista del esfuerzo humano, al cabo de unas pocas páginas se afirma constantemente que los estados y los gobiernos son los únicos actores importantes.”
Con base en ello se creó la Asamblea General donde están representados 193 de los 195 estados-nación que hay en el mundo. Sin embargo, habría que añadir que muchos de esos gobiernos no son democráticos así que no representan materialmente a sus pueblos. Y hay un agravante adicional, la Asamblea General tiene facultades muy acotadas para “legislar” en materia internacional, en realidad el poder está en el Consejo de Seguridad que tiene apenas 15 miembros y todavía mas restringido, en los cinco que son miembros permanentes con derecho de veto.
Aunque se ha propuesto en diferentes ocasiones la creación de un “Parlamento Mundial” de 600 miembros que represente cada uno a 10 millones de electores en el mundo (mas allá de su nacionalidad) implican tantas complicaciones que tienen pocas probabilidades de llevarse acabo.
Sin embargo, no todo está perdido, Paul Kennedy argumenta que hay esperanza en las fuerzas emergentes no-estatales que cada vez influyen mas en el orden internacional como las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), las iglesias, las fundaciones internacionales, los medios internacionales de comunicación, etc., que en mas de un sentido representan a la sociedad civil internacional y que cada vez juegan un papel mas protagónico tanto en la protección de los derechos humanos como en otras muchas causas que superan las fronteras nacionales.
Por ello, la creación de la Corte Penal Internacional (CPI) y el papel coadyuvante que juegan las ONG para denunciar, apoyar investigaciones y ofrecer pruebas es un paso en esa dirección, pero también el hecho de que muchos ciudadanos rusos están en contra de la invasión y eventualmente – si Putin cae – sea procesado ante la CPI y su sentencia y la presión internacional se convierta en una medida disuasiva que le de un valor renovado al derecho internacional y transforme las relaciones internacionales de las “esferas de influencia de las potencias hegemónicas” a uno donde el derecho internacional (como disuasión real) resuelva los conflictos internacionales, modere las ambiciones de los dictadores y efectivamente promueva la democracia.
Hannah Arendt en su libro “Sobre las Revoluciones” escribió: “…se ha convertido en rutina señalar que el fin de una guerra es la revolución y la única causa que podría justificarla es la revolucionaria causa de la libertad.”
Ese podría ser el Nuevo Juramento de la Cancha de Tenis.