viernes, 17 de junio de 2011

Memorias de Los Pinos


Por. Bernardo León Olea

Repito esta primera parte para, empezar desde el principio.

Mi oficina en Los Pinos estaba exactamente arriba de la oficina del Presidente, en broma, me gustaba decir que “mi oficina estaba por encima de la del Presidente”, lo cual físicamente era verdad, pero hasta ahí.

El último día que ocupe esa oficina, me senté en el escritorio, observe toda la habitación con su grandes ventanales que daban a los jardines y al busto de Benito Juárez y de Sebastián Lerdo de Tejada, el librero estaba vacío, el enorme pizarrón que había mandado poner en una pared se encontraba perfectamente limpio y sólo unas cuantas cajas con libros y con algunas fotos personales permanecían en la mesa de juntas, listas para llevármelas.

Sentado en ese lugar, pasaron por mi mente las experiencias que me había tocado vivir en 20 años de activismo político, desde el diálogo interno que tuve a los 18 años para decidir si me afiliaba al Partido Socialista (PSUM) al Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), al Partido Demócrata Mexicano PDM o al PAN (Acción Nacional), hasta el proceso de desafuero en contra de López Obrador, pasando las elecciones en Juchitán, Oaxaca en el 1985, por la campaña para gobernador en Chihuahua en 1986, el fraude electoral de 1988, la elección de Ruffo en Baja California Norte, que lo convirtió en el primer gobernador panista de la historia, hasta la elección de Vicente Fox en el año 2000.

Comparaba, la transición a la democracia y el gobierno de Fox, con la forma en que me la imaginaba durante la década de los ochenta y de los noventa, cuando la meta era derrotar al PRI y construir un sistema democrático y me daba cuenta que derrotamos al PRI, pero luego algunos obtusos colaboradores del Presidente Fox lo habían revivido en sus peores formas y, por otro lado, la construcción de un sistema democrático todavía era muy frágil como para cantar victoria, sin embargo, el país estaba en calma y la economía estable, aunque subsistía una enorme injusticia en el país.

Claramente las cosas habían sido muy diferentes a como las había imaginado, me sentía un poco decepcionado, pero no demasiado, durante mis años en Los Pinos – al menos en los que a mí me tocaba – habíamos tenido muchos éxitos que festejar y a pesar de toda yo me sentía muy optimista. Sin asomo de cinismo, con los pies en la tierra, y después de ver con cierta crudeza la naturaleza humana en el trance de la lucha por el poder, me había convertido en fiel seguidor del paradigma panista de que “no haya ilusos para que no haya decepcionados”.

Abstraído en mis recuerdos y reflexiones y, dándome cuenta de donde estaba sentado y la trascendencia del momento – al menos para mí – (no todos los días se va uno de Los Pinos), me regresó a la realidad mi secretaría –Josefina – que me avisaba que ya estaba mi chofer en la puerta 5 para llevarme a mi casa. Me paré, observe por última vez la oficina y me salí.

Al cerrar la puerta oí el ruido de la cerradura electrónica de mi oficina por última vez, me despedí de Josefina – mi secretaria – sin mucha ceremonia para evitar las lágrimas y baje las escaleras principales. En la planta baja me cruce con el Presidente Fox y me despedí con un –buenas noches presidente y me respondió amablemente de la misma manera y continué mi camino a la calle. El Presidente no sabía que yo había renunciado, no me había atrevido a decirle, porque un funcionario antes de mi se había ido a despedir y el Presidente se había negado a aceptarle su renuncia y lo había tratado casi como un desertor, así que yo presente mi renuncia ante mi jefe directo, que era Ramón Muñoz y no le informé directamente al Presidente, tenía miedo de que me retuviera o de recibir alguna reprimenda.

Renuncié, en diciembre de 2005, en 2006 serían las elecciones federales y yo me quería presentar como candidato a diputado por el V distrito electoral en Tlalpan DF, tenía la ambición de ser diputado, tenía una agenda legislativa y política que quería promover en la cámara baja y no quería que nada aplazara mi proyecto, además había terminado mi trabajo y el proyecto que quedaba pendiente (la reforma de seguridad pública y justicia penal) no sería aprobada hasta el sexenio siguiente (yo esperaba ser el Presidente de la Comisión de Justicia para promover su aprobación), la mala relación de Fox con el Congreso impedirían que eso sucediera antes, por lo que yo sentía que había terminado mi tarea. Así que me fui a la Puerta 5, me despedí de los miembros del Estado Mayor Presidencial que cuidan la entrada de la casa presidencial, me subí por última vez al coche que me había prestado el gobierno por cinco años y medio y me fui a mi casa.

Ese ciclo de mi vida que había empezado 20 años antes, terminaba, en diciembre de 2005, saliendo de la Residencia Oficial de Los Pinos después cinco años y medio de trabajar con el primer gobierno panista de la historia, efectivamente mucho agua había corrido en ese río. 

2 comentarios:

  1. Mi estimado Bernardo, se antoja interesante como siempre tu visión sobre el poder, avisa en cuanto se pueda conseguir en librerías.

    Un abrazo

    Francisco Díaz Palafox

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  2. Bernardo:

    Cito:

    Un amigo me preguntaba porqué no construíamos ahora catedrales como las góticas famosas, y le dije: "Los hombres de aquellos tiempos tenían convicciones; nosotros, los modernos, no tenemos más que opiniones, y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión".

    Heinrich Heine

    Espero que estés muy bien y con un gusto enorme de saber que sigues en las letras, pero tus portadas son patéticas... (jajaja)

    Te mando un fuerte abrazo.

    Carlos A. Camarena De La Torre

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